jueves, 10 de octubre de 2013

LA CAMPANA... EXTRACTORA

El techo de mi perfecta casa alemana se ubica a cuatro metros del suelo. Una altitud colosal si no se posee una escalera. Y yo no dispongo de una.

Ya revelé que lo que sí atesoro es una cocina, modesta y escasa, pero cocina al fin y al cabo. Los inquilinos anteriores de mis inquilinos anteriores decidieron abandonarla porque probablemente, se mudaron a un lugar en el que la cocina amueblada es un "must have" o porque la de mi casa, y sin ánimo de ser desagradecida, es un remiendo.

Además de los cinco armarios, el grifo y la vitrocerámica, mi cocina disfruta de una absurda campana extractora. ¿Y qué tiene mi campana que no tengan las demás? Sencillo. Cuando llegas a Alemania, descubres que es irrefutable eso de que los alemanes son en esencia extremadamente prácticos. Todos, menos los que se ocuparon de diseñar, fabricar e instalar la mía. 




Ahí la tenéis; elemental y humilde. Se puede apreciar que no dispone de pulsadores, interruptores, clavijas o mecanismo manual que la haga funcionar. ¿Cómo se enciende? La campana se acciona enchufándola. Es decir, si deseas succionar la enchufas, si no te apetece, la desenchufas. Vale, no es cómodo, pero es. ¿Y dónde están el cable y el enchufe?



¡A tres metros y medio sobre el nivel del suelo! De modo que, si pretendes aspirar olores, grasa y humaredas necesitas trepar por una escalera que tenga mínimo cuatro tramos para poder conectar la campana. Hasta ahí, todo era un dislate pero al alcanzar la cúspide (con una escalera prestada) revelamos otra sobrecogedora extravagancia...



¡Nuestro extractor es como Las Vegas! ¡Que lo que pasa en la cocina, se queda en la cocina! Resulta que la salida de humos está incorporada al armario en el que está incrustada la campana y por tanto, lo que absorbe, lo desplaza y reintegra. Nadie pensó en la sensata idea de acoplar un tubo que fuera desde la boca del extractor al exterior.

Así que cocinamos a la antigua; con las ventanas abiertas de par en par, escuchando la melodía de las campanas de la iglesia del lago que está a dos pasos y que alborotan con un sonido más melódico que el de cualquier campana extractora. Veremos cuando lleguen las nieves.

Pero la casa es perfecta.

En próximas entregas: primeras compras, luego dicen de los españoles y un "clavaíto" muy político.

1 comentario:

  1. Verónica!!! lo que no te pase a ti se puede escribir en un confeti!!!! jajjajaja
    Ahora, te digo una cosa, estos alemanes me están empezando a decepcionar... están fallando en lo básico no?
    Cuando empiecen las nieves, en vez de delantal, te pones el plumífero y asunto arreglado!
    Besos desde la isla!!!

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