lunes, 25 de noviembre de 2013

¡OJITO CON LAS TRADUCCIONES!

Con este post inicio una serie dedicada a los funestos contratiempos que te puede ocasionar una inadecuada traducción alemán-español. Todavía no sé si las entregas comienzan y terminan aquí o si encontraré más palabras cuya mala interpretación os puede llevar a un conflicto, una situación embarazosa o directamente a perder la vida.

Pero, de momento, el término de hoy es NOT. Así, a primera vista, cualquiera que domine el inglés (y el que no lo haga, también) lo confundirá inmediatamente con la voz NO. Pues bien, si estás atrapado en un autobús que acaba de volcar, en un supermercado en llamas o en una discoteca en la que acabas de manifestar que no tienes dinero para pagar la última ronda, y necesitas salir por patas; ¿qué haces si durante la estampida, te topas con una puerta en la que reza este cartel? 




A) Te das media vuelta y buscas otra salida. Claramente NO es una vía de escape.
B) Controlas el alemán o has leído este humilde blog y te escabulles sin problema.

Si tu opción es la A, estás muerto. Si has elegido la B, ¡enhorabuena! Te toca seguir corriendo pero en la dirección correcta.

Sí amigos, porque NOT en Alemania significa EMERGENCIA. Por lo tanto, NOTAUSSTIEG es salida de emergencia.

¡Qué enrevesada es la lengua alemana! NAHRUNGSMITTELUNVERTRÄGLICHKEIT sólo significa indigestión mientras que NOT, un vocablo tan pusilánime y breve, equivale a algo tan trascendental e indispensable en este empedrado camino que es la vida.

martes, 19 de noviembre de 2013

GLÜHWEIN. DOBLES (3)

¡La Navidad se aproxima sigilosamente, amigos! Lo sé porque en Stuttgart, las fiestas son de guardar y los domingos sagrados; aquí no trabaja ni el Tato, ni Perry. Pero este fin de semana ha sido diferente y a los empleados les ha tocado hacer horas extras para engalanar sus locales y atiborrarlos de espumillón, árboles, bolas, estrellas y orondos Papás Noel, más conocidos aquí como Weihnachtsmann.

Pero no sólo eso; el frío comienza a calar en los huesos y ya podemos ingerir Glühwein para caldearnos por dentro y por fuera. Por dentro, porque es un vino especiado que se bebe caliente y por fuera porque la taza templa las manos. La llegada de la Navidad aquí se presiente, no por el estreno del anuncio de la Lotería (afortunadamente), sino por la aparición, de la noche a la mañana, de varios establecimientos que en plena calle (en Stuttgart está permitido consumir alcohol en la vía) ofrecen este peculiar brebaje. De entrada, el vino caliente no resulta muy tentador pero ocurre como con las Pringles o el sexo, que haces ¡pop! y ya no hay stop. Una vez que te acostumbras a su sabor, la sensación es sumamente interesante.

¡Brindo por vosotros! Prost!
He investigado mucho para facilitaros la receta de un buen Glühwein. Es muy sencilla y lo podéis ofrecer en vuestras fiestas navideñas para asombrar a los invitados. Para empezar, deberíais disponerlos en un balcón, jardín o cualquier superficie que aguante su peso y en la que haga tantísimo frío como para que os imploren unas estufas o cualquier otro remedio que les haga entrar en calor. ¡Y ahí es cuando podréis sorprenderlos con este potingue tan curioso del que os doy la fórmula!

INGREDIENTES
  • 2 litros de vino. Que no sea Don Simón pero tampoco un Vega Sicilia. Si puede ser un poco afrutado, mejor.
  • 1 litro de agua
  • Un buen puñado de clavos. Me refiero a la especia...
  • Cuatro ramas de canela (mejor si las partís)
  • Media taza de Azúcar 
Poned una cacerola al fuego con todos los ingredientes. Esperad un rato, dando vueltas para que el azúcar se diluya, hasta que rompa a hervir. En ese momento, lo retiráis del fogón y lo servís en tazas (tamizándolo) para no abrasados los dedos.


Si preferís prepararlo antes, lo podéis meter en termos o calentarlo en el microondas.

Y allí estaba yo, más alemana, acalorada, alborozada y feliz que nunca, dando la bienvenida a la Navidad con mi Glühwein cuando llegó él; el tercero de mis parecidos. Bueno, tercero y cuarto porque el sujeto verdaderamente abarca dos en uno. Tras hacer un profundo sondeo, con una muestra de dos personas, he podido concluir que mi compañero de ingesta se parece a Alberto Ruiz-Gallardón y a Boris Izaguirre a partes iguales, dependiendo del ángulo desde el que se le observe. Os dejo las fotos para que seáis vosotros mismos los que decidáis a quien se os asemeja este hombre tan atractivo.

Aquí tira un poco hacia Gallardón...

En esta foto es idéntico a Boris Izaguirre... Miradle los ojos...
¡Dilucidad que yo me voy a tomar un vino! 

En la próxima entrega: El insólito, peculiar e incluso aterrador modo de captar clientes en algunos comercios de Stuttgart.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¡BASURA!

No, no pretendo insultar a nadie.


Hoy tenía planeado escribir sobre el insólito, peculiar e incluso aterrador modo de captar clientes en algunos comercios de Stuttgart, pero determinados acontecimientos de última hora me han forzado a replantear el post. El tiempo que pasé en los servicios informativos de cierta cadena autonómica madrileña (por cierto, un fuerte abrazo a los trabajadores de RTVV) consolidaron en mi cerebro aquello de conectar la información que pretendes ofrecer con un hecho noticiable; lo que se denomina la percha informativa. Y como hoy la tengo, cuelgo el tema que tenía programado y me descuelgo con un asunto adaptado a la coyuntura que acontece en Madrid, donde se ha declarado una huelga indefinida del Servicio de Limpieza.

Pues bien, cuando resides en una capital europea descubres inmediatamente que lo de la basura es un tema escabroso, del que tienes que aprender varias lecciones desde el primer día o de lo contrario, estarás abocado al fracaso vital. A saber: separar, lavar, hacer pequeño y acumular hasta el día B (de basura).

Para empezar, se necesitan tres cubos mínimo, cada uno de los cuáles debe estar habitado por una bolsa del color que corresponda. Orgánico, negro; plástico y envases, amarillo; papel y cartón; transparente. El cristal se ha de acomodar en el envoltorio que resulte competente para acercarlo a los contenedores que suelen pillar un poco lejos de casa y que, a su vez, se dividen en blanco, verde y marrón según sea la tonalidad del vidrio del que deseas desprenderte. Las botellas de plástico son un caso singular ya que si las devuelves, el establecimiento te reembolsa los céntimos que pagaste por adelantado el día que las compraste. Y no es moco de pavo, he llegado a reunir siete euros. Hasta aquí, si eres de los que reciclas, la cosa funciona como en España.

Lo más importante es saber los días de recogida ya que son escasos: lo orgánico, una vez por semana; el plástico, cada quince días y el cartón, cada tres semanas. Con este margen de tiempo tan amplio, hay que organizarse para que: 

A) La casa no parezca un vertedero. 
B) La casa no huela como un vertedero. 

Para ello, lo más eficaz es lavar la basura. Sí, parece extraño pero al final te acostumbras; que terminas un yogur, pues antes de arrojarlo a la bolsa amarilla, lo lavas. Que lo que rematas es un bote de aceitunas, procedes de igual manera. Asimismo, es conveniente hacer pequeña la basura: aplastarla, desmenuzarla, comprimirla, enrollarla, triturarla y dejarla como si una apisonadora hubiese pasado por encima de ella; conseguirás que ocupe menor espacio y descargarás un poco de estrés.

A modo de ejemplo: mañana jueves toca recogida de plástico y envases; y hoy las calles se han teñido de amarillo. Ahí las tenéis:







Eso sí, os aseguro que no volveremos a ver una bolsa de basura amarilla hasta dentro de dos semanas. 

¿Y qué pasa con lo que no es orgánico, plástico, cristal o papel? Cuenta la leyenda que en algunas comunidades de vecinos hay un cubo negro, tan misterioso como el armario de Narnia, en el que la basura no identificada desaparece como por arte de magia. Pero en mi casa no hay.

Y mucho ojito con hacer las cosas mal porque te devuelven la basura a la puerta de casa. A mí me ocurrió; me encontré estas cajas apiladas en mi rellano.


Ese día aprendí que hay que vaciar las cajas completamente y arrancar las etiquetas con tu nombre y dirección antes de tirarlas para que no te localicen.

En la próxima entrega: El insólito, peculiar e incluso aterrador modo de captar clientes en algunos comercios de Stuttgart.